En un sensible acto por el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, quienes vivieron en primera persona esta historia brindaron su testimonio sobre el conflicto bélico de hace 36 años.

El acto comenzó con el izamiento de las banderas y entonación de los himnos en la explanada del ingreso a la Universidad Nacional de La Rioja, con la presencia del rector y vicerrector, Fabián Calderón y José Gaspanello -respectivamente-, funcionarios universitarios y estudiantes del Colegio Preuniversitario “General San Martín”. Luego, en la Sala Roja “Héroes de Malvinas” se llevó a cabo un conversatorio que contó con las palabras del Rector y de los veteranos de guerra Luis María Calderón, Augusto Leymon y Jorge Eduardo Vega Luján.

En la oportunidad, Calderón manifestó que con esta actividad se quiso “rendir un pequeño homenaje a los veteranos de guerra con la finalidad de tener una memoria activa, de lo que significa y significó recuperar nuestra soberanía sobre las islas, en esta injusta guerra, y poner en valor a los soldados y de lo que sigue significando esta causa nacional”.

Con esta finalidad la universidad evalúa el lanzamiento de una cátedra abierta referida a la temática. Al respecto, la autoridad académica dijo que se trata de “cómo pensar hoy, en relación a Malvinas, la defensa de la soberanía nacional, cómo recuperar textos y miradas y que sea un espacio de recuperación y puesta en valor de quienes lucharon, y entender que las Malvinas son argentinas”.

A su turno, Luis María Calderón contó su experiencia durante la guerra, ocasión en la que actuó como enfermero. “A finales de mayo de 1982 me toca estar en tripulación del buque Almirante Irizar. Fuimos hasta Santa Cruz y de ahí a Malvinas”, recordó. Seguidamente, precisó: “estábamos a la vuelta de Puerto Argentino y nos tocó curar a los heridos e ir hasta tierra y traer los heridos”; para luego agregar: “el 14 de junio veíamos la intensidad del conflicto y después… nada. Nos dijeron que nos habíamos rendido”.

“Cuando volvimos a Puerto Belgrano fue todo tan oscuro; llegamos con hambre, cansados, entre todos juntamos cinco pesos para comprar un sándwich; nadie tenía conocimiento de nada”, contó casi al finalizar su relato, y concluyó señalando que “la soberanía la hacemos entre todos y entre todos vemos cómo se la recupera a través de la diplomacia”.

Por su parte, Leymon comenzó comentando que es oriundo de Córdoba y que desde hace 34 años vive en La Rioja. Durante la guerra -continuó- custodió un punto importante en la isla, que tenía puerto y helipuerto. Ahí estuvieron hasta que Argentina se rindió, y cuando volvieron a Puerto Madryn había “kilómetros de armamentos”. Con esa imagen, el veterano concluyó su experiencia señalando que “Malvinas es la historia de las idas y venidas, lo que hacemos bien y se desarma. Malvinas no es sólo guerra sino también nuestra vivencia como país; es el punto que debemos reflexionar”.

Por último, Vega Luján, entre lágrimas y con las tristes y dolorosas vivencias muy presentes, contó cómo fue su ingreso al ejército, específicamente en la sección de Granaderos.

De ese 2 de abril de 1982, recordó: “nos despiertan a todo el regimiento para darnos la noticia de que se tomó Malvinas”. De la totalidad de jinetes, debían elegirse los mejores y él estuvo entre los cuatro del Escuadrón San Lorenzo. “Partimos el 14 de abril, la gente nos daba estampitas, bufandas; desde Campo de Mayo emprendimos viaje a Comodoro Rivadavia”, relató y precisó que el 1 de junio fueron a Ushuaia y llegaron a Malvinas entre las 15 y 17 horas.

 “Íbamos caminando para llegar a Puerto Argentino y ahí tuve mi primera experiencia de guerra, a los 19 años”, evocó completamente emocionado y recibiendo aplausos de apoyo por parte de los presentes. Y seguidamente, contó cómo eran los ataques y graficó la guerra señalando que “es muy fiero el olor a muerte”.

El 10 de junio fue herido en la pierna por una esquirla y recordó los últimos dos días en la isla señalando que el 13 (de junio) murieron muchos y el 14 a la madrugada recibieron la orden de baja al fuego ya que las fuerzas se agotaban. “En Malvinas, aprendí a fumar, nosotros queríamos que vaya más gente que nos apoye y llegaron… pero todos eran ingleses”, comentó.

De ese último día de guerra contó que se acercó un oficial inglés y le preguntó la edad y le dice que podría ser su hijo, para seguidamente preguntarle por qué enviaron todos chicos. “Después, tuvimos que enfrentar la peor batalla que fue la de la indiferencia; y eso duele más que un tiro” dijo casi al finalizar; y concluyó diciendo: “2 de Abril, para mí, es todos los días”.

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