La docente de Historia y Filosofía e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba pasó por la UNLaR, donde disertó sobre “Cuál es el legado del pragmatismo”. En la oportunidad, también se le consultó sobre el sistema educativo argentino, el papel del Estado y la lucha por los derechos de las mujeres.

La especialista en Filosofía del Lenguaje y Filosofía de la Mente”, Carolina Scotto, realizó un descriptivo recorrido de los más de 100 años de dicha línea de pensamiento, considerando que su aporte crítico está “entre los más lúcidos” de las escuelas contemporáneas de filosofía.

La exposición fue en el marco del “III Coloquio Internacional Pragmatista: El pragmatismo y sus variedades”, desarrollado durante los días 24, 25 y 26 de octubre en la Universidad Nacional de La Rioja.

“El pragmatismo viene a aportar básicamente una nueva manera de ver las cosas, una nueva manera de resolver los problemas”, explicó. “Ha resurgido, se ha fortalecido y ha adoptado nuevas modalidades, en la filosofía y fuera de ella, en la cultura contemporánea. Es una tradición muy rica y muy interesante sobre la cual siempre hay mucho para reflexionar, sobre todo en los mismos autores clásicos”, agregó.

En su ponencia se detuvo en forma reiterada en el aporte de Ludwig Wittgenstein, y -en segundo término- en Charles Sanders Peirce y William James, entre otros pensadores.

EL APORTE DEL PRAGMATISMO

“Los principales aportes del pragmatismo, como tradición filosófica, es la prioridad que el pragmatismo le da a la conducta social humana, a la acción social humana, por sobre otras ideas que la filosofía había puesto en el centro de la escena, como la mente, e inclusive realidades suprahumanas. El pragmatismo es una filosofía profundamente humanista; pero además: práctica, en su sentido técnico, relativa a la acción”, indicó Scotto; al tiempo que remarcó la vigencia de dicha línea de pensamiento.

  • ¿Cómo se manifiesta, actualmente, su aporte?  

“En distintos territorios: en la filosofía social, la filosofía política, la filosofía de la educación, la teorías del conocimiento, las reflexiones sobre las ciencias. El pragmatismo tiene un aporte bien interesante porque nos ha hecho ver que las ideas que hemos construido a lo largo de la historia de la humanidad han sido herramientas más o menos útiles al servicio de nuestros fines. De modo que hay que mirar cuáles son nuestros fines, porque lo demás son herramientas”.

“CONFÍO MÁS EN UN MODELO EN EL QUE EL ESTADO  SE INTEGRE A LA SOCIEDAD”

Justamente, sobre los “fines” planteados en el sistema educativo argentino, hablamos con quien se desempeñó como rectora de la Universidad Nacional de Córdoba en el período 2007-2013; siendo la única mujer que llegó a ese cargo en más de 400 años de la institución. Carolina Scotto también tuvo un raudo paso por la Cámara Baja del Congreso nacional (2013-2014), como diputada nacional por el Frente Para la Victoria.

  • ¿Están visualizados los fines, principalmente en el sistema educativo argentino, y en particular en el nivel superior?  

“El sistema universitario público argentino tiene una tradición vigorosa y ha tenido etapas de crecimiento sustancial en estos últimos años. Actualmente, está mucho más firme y más integrado; cada universidad está más integrada con las demás, mas integradas con la sociedad, mejor integrada con distintos proyectos estructurales para el desarrollo del país. En la medida en que se persevere con estas políticas, en el mediano y largo plazo, la universidad argentina va a poder alcanzar más resultados positivos para el mejoramiento de la calidad de vida y de la soberanía intelectual y el desarrollo  económico del país”.

  • Durante su exposición, planteó la visión de ‘lo público’ y ‘lo social’, desde el pragmatismo. En nuestro país, hay una relectura sobre ‘lo público’. ¿Cuál es su visión al respecto?

“Me parece que el desafío permanente, en sociedades tan inequitativas como la nuestra -donde tenemos tantas tareas pendientes de desarrollo económico y de integración social y de distribución del ingreso-, necesitan y requieren de un estado cada vez más fuerte y más sólido, con mejores herramientas, con un proceso de autoevaluación permanente de sus  procesos. Lejos, por lo tanto, de cualquier modelo que defienda la necesidad de que el estado se retire o que contemple o meramente regule el peso relativo de los distintos sectores de intereses. Confío más en un modelo en el que el estado  se integre a la sociedad y facilite -a quienes necesitan más del estado- el acceso a los bienes sociales, económicos y culturales; lo que nos va a convertir en una sociedad más integrada; por lo tanto, en una sociedad menos violenta y con mayores oportunidades de desarrollo. Miro con un poco de preocupación los procesos que estamos viviendo, y en particular, veo con preocupación las noticias recientes de reducciones presupuestarias  en el sistema científico tecnológico, que ha sido un área que en estos últimos años ha tenido un crecimiento extraordinario”.

  • En ‘lo social’, no podemos dejar de relacionar que usted fue la primera rectora de la UNC y los movimientos por los derechos de las mujeres, como ocurrió la pasada semana, por ejemplo. ¿Cómo ve este proceso?

“Es un proceso muy interesante. Me siento muy conmovida y participando de ese proceso de toma de conciencia; cada vez más amplio de ciertos sectores de la sociedad, respecto a la necesidad de trabajar por una igualdad de género profunda, que comience con patrones culturales en la educación de los niños, en los vínculos familiares, en las relaciones de pareja, en la  comunicación pública, etcétera. Por otro lado, creo que cada vez somos más conscientes de cuánto falta; porque las estadísticas siguen asustando muchísimo y, por otro lado, la tarea no se va a resolver sólo con estas expresiones, que el efecto positivo que pueden causar es presionar a los sectores  que tienen que generar los instrumentos de prevención, de educación, de protección. Básicamente, otra vez el estado.

Estoy preocupada porque hay muchos sectores muy vulnerables que no están participando de estos procesos de lucha y de reclamo. Creo que cometeríamos un error de ilusión óptica creyendo que porque hay -en grandes centros urbanos- grandes marchas de mujeres universitarias, la conciencia de igualdad de género ha llegado hacia donde tiene que llegar más plenamente. En Los sectores más desprotegidos y con menos recursos culturales, intelectuales o sociales, donde el estado está más lejos, este problema quizá esté en el mismo estado en el que estaba antes de que las mujeres comenzáramos  a reclamar.