Soledad Sonzini es una joven graduada de la carrera de Ingeniería en Sistemas de Información de la Universidad Nacional de La Rioja y doctora en Ingeniería, mención en Sistemas de Información, de la UTN de Santa Fe. La profesional nos comenta sobre su formación académica en una universidad pública y su experiencia de desempeñarse en un ámbito laboral referenciado con los hombres.

En el marco del seguimiento de los profesionales formados en la UNLaR -tarea que viene realizando la Subsecretaría de Graduados del Departamento Académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales-, entrevistamos a Soledad Sonzini, quien se recibió en el 2011 en esta Casa de Estudios y que en el 2017 realizó un Doctorado del CONICET en la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional de Santa Fe.

Actualmente, la joven profesional se desempeña en el área de Informática del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de La Rioja.

-¿Por qué decidiste estudiar ingeniería?
-Desde que estuve en la secundaria, siempre me atrajo la informática, la gestión de la información, las empresas y la organización de las empresas y me dije: ¿por qué no esa carrera?, ya que no tenía tampoco otra carrera con la cual compararla; entonces, me lancé a estudiar acá, en la Universidad de La Rioja. En ese marco, decidí no irme a Córdoba porque sabía que tenía una universidad acá y no necesitaba irme a otro lado.
Salí de un colegio católico donde nunca había tenido materias como química, la matemática era muy básica y al encontrarme con el programa del cursillo me di cuenta que me tenía que hacer preparar. Aprobé el cursillo y cuando arrancaron las clases era un mundo de gente, había materias como análisis matemático que realmente era un dolor de cabeza y profesores que les teníamos mucho miedo.
Si bien, los primeros años de cursado éramos pocas mujeres y muchísimos hombres, nunca sentí, en mi paso por la universidad, ningún obstáculo por el hecho de ser mujer al estudiar ingeniería. Todos somos inteligentes y podemos hacer una carrera sin diferencias de género; si bien hay una cuestión cultural que dice que los ingenieros son hombres.
Cuando empecé a estudiar ya teníamos referentes mujeres como decanas, profesoras ingenieras dando clases, y en las empresas también; entonces, había referentes que nos hacían decir: si ellas pudieron, ¿por qué nosotras no?
Ya como profesional me pasó que al trabajar en una empresa riojana –Wabes, que era la referente en ese momento y era la única de mi profesión-, me tocó contratar gente que me ayudara y la verdad no sentí esa presión.
Sin embargo, desde que realicé el doctorado, muchos ponían expectativas en mí y me decían: ‘si vos sos doctora, tenés que saber todo’, y esto no es así. Uno, en el doctorado se especializa sobre un tema académico, sobre todo, y no sobre la práctica.
Al terminar el doctorado decidí meterme en todo lo relacionado a la industria, para adquirir experiencia y poder tener contacto con el desarrollo y la gestión de personas y en eso me tocó liderar un grupo de desarrolladores que eran todos hombres y en ese momento era la única mujer.
Como líder del grupo, muchas veces, tenía que tomar decisiones y por ahí, al no tener la experiencia para tomar responsabilidades técnicas, a veces, les pedía a los programadores que me ayudaran en las mismas y muchas veces tomaron la postura de reclamarme: ‘si vos sos doctora, decidí vos’; lo que evidenciaba un recelo el cual yo no entendía si era una cuestión de género -‘la Sole no entiende porque es mujer’-.
Pero creo que todo, dialogando se arregla. En su momento, conversé con ellos, les hice entender que al no tener experiencia, y ellos sí, tratáramos de resolver las cuestiones técnicas ya que éramos un equipo de trabajo. Más allá de eso, en mi trabajo nunca tuve ningún tipo de discriminación por ser mujer.

El avance de la mujer en el campo de la ingeniería
En cuanto al rol de la mujer en la ingeniería, actualmente, cada vez se van sumando más mujeres, en distintos cargos. Tuve colegas que me decían que teníamos que tener actitudes avasallantes, que había que ser agresivas para que te respeten por ser mujer en un ámbito donde prevalecen los hombres. Sin embrago, creo que no se obtiene nada con esa actitud, sólo más críticas y rechazos. El punto de fusión es el diálogo y el hablar de igual a igual, nadie es más que otro.
Respecto a la baja tasa de graduadas en la Ingeniera -situación que se da en Argentina-, pienso que, en mi caso, a mí no me tocó tener familia (hijos, pareja) y conocí muchas estudiantes que priorizaban horas de estudio para el cuidado de sus familias y, muchas veces, también tiene que ver con una cuestión cultural, repitiendo patrones y modelos que vienen de abuelos y padres y, fundamentalmente, creo que tiene que ver con una elección personal, de cada uno; no creo que sea por una cuestión académica interna, sino de tiempos de obstáculos para las mujeres.
La ingeniería es una elección y no tiene que ser una elección de por vida porque, quizás, uno estudia esta carrera y después te das cuenta que no te gusta. La elección de la ingeniería no es para casarse de por vida. El aprendizaje es constante, esta es una carrera que te da herramientas de todo tipo, te abre mucho la cabeza, en el sentido que te permite encarar el razonamiento desde otro punto de vista, en distintos aspectos.
En cuanto a los chicos que están por ingresar a estudiar Ingeniería, les diría que se puede, que se crean capaces de lograr lo que se propongan; hay momentos que son difíciles y que te ponés a pensar ‘esto no es para mí o yo no puedo’. He tenido compañeros que han rendido muchísimas veces una materia y era admirable su insistencia y lo lograban. Si uno persigue lo que quiere y si quieres ser ingeniero y aprender mas no hay que dejarse vencer por un aplazo, los aplazos enseñan mucho.

No me gustan los ‘techos’
Al regresar de Santa Fe a La Rioja, en abril, volví con la idea de que sea algo esporádico, hasta fin de año, y después veía qué hacía; sin embargo, ahora creo que seguiré un tiempo más ya que en mi trabajo estoy aprendiendo mucho y en ese sentido me siento muy cómoda. No obstante, no me gustan los ‘techos’; es decir: cuando no tengo posibilidad de carrera ahí es cuando digo: ‘me tengo que mover’ y cuando en este trabajo llegue ese momento, me moveré.
Cuando con mis compañeros nos recibimos, en el 2011, no teníamos campo de acción en La Rioja o era muy limitado; te recibías de ingeniero y terminabas dando clases de informática en escuelas primarias y con sueldos bajísimos; entonces, si querías desarrollarte profesionalmente o independizarte, no te alcanzaba. Por eso, cuando surgió la posibilidad de realizar la beca del CONICET no lo dudamos un segundo con mi pareja de aquel entonces y nos fuimos.
Hoy en día, si bien los sueldos siguen siendo bajos, hay una movida muy grande con el desarrollo de la Industria del Software en La Rioja. El otro día asistí a un encuentro de ‘mujeres-web de emprendedoras’ y muchas acciones y programas de la provincia que incentivan a los micro-emprendedores o la inserción de los que recién egresan de la carrera.
Hay un pequeño crecimiento en la provincia. Si bien, comparado con Santa Fe, San Luis, Rosario, Buenos Aires y Córdoba -que son polos tecnológicos en donde hay muchísimo desarrollo y empresas del extranjero que apuestan-, estaría buenísimo que en nuestra provincia, las grandes empresas pudieran invertir. Creo que todavía hay mucho por hacer y falta la persona indica que lo pueda realizar.

Referencia Profesional
Soledad Sonzini se graduó de Doctora en Ingeniería, mención en Sistemas de Información. Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional de Santa Fe, Argentina. Curso finalizado en marzo de 2017.
Es graduada como Ingeniera en Sistemas de la Universidad Nacional de La Rioja. Sede Capital, La Rioja, Argentina. Egresada en el mes de febrero de 2011.

Obtuvo una beca posdoctoral del CONICET, otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Su lugar de trabajo fue el Instituto de Desarrollo y Diseño – INGAR, en la ciudad de Santa Fe, Argentina; desde el 1 de abril de 2017 al 30 de junio de 2017.
También fue beneficiada con una beca doctoral del CONICET, en el Área de Vacancia Geográfica; otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Su lugar de trabajo fue el Instituto de Desarrollo y Diseño – INGAR, en la ciudad de Santa Fe, Argentina; desde abril de 2011 a marzo de 2017.

Desde abril de 2019, cumple funciones informáticas en el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja. Allí, analiza y documenta sistemas ya implementados y nuevas funcionalidades de sistemas en desarrollo. Estas nuevas funcionalidades se desarrollan en el framework Symfony, inicialmente en la versión 2 y actualmente se ha migrado a desarrollar en la versión 4.
Las principales tecnologías y herramientas involucradas son: Miro Real Time Borad, UML, Symfony 4, MySQL, Git, JIRA, Trello.

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