Resumen
A comienzos de año, nadie pensó que el coronavirus pudiera transformarse en una pandemia, que asolara al mundo y evidenciara falencias en las poblaciones.
Texto
En Argentina, se desnudaron varias cuestiones: por un lado, la desigualdad económica y de oportunidades que aqueja a la población. Esto es, la distribución desigual de los recursos económicos y la evidencia de sectores rezagados en todos los sentidos, la certidumbre de que la pobreza en la que vive nuestra población, la falta de recursos y carencias de todo tipo.
En el sector universitario se evidenció, la falta de entrenamiento tecnológico que impacta en docentes y estudiantes. La escasa conectividad a Internet, que sufren por igual, docentes y alumnos. A veces, por ejemplo, durante el desarrollo de una clase se corta el acceso a la red o se interrumpe, y desde los dos extremos, la comunicación se ve pausada.
Siempre pensamos que los estudiantes, por ser nativos digitales tendrían menos dificultades para manejar herramientas tecnológicas, porque la mayoría de los docentes, somos migrantes en el mundo informático. En el camino pudimos comprobar que los nativos tecnológicos (los jóvenes), no lo son tanto. También ellos, tienen sus dificultades de conocimiento, a los que se suma el escaso acceso a las redes, la falta de una computadora o datos en los teléfonos. Hay jóvenes que se tuvieron que volver a sus casas, en otras provincias del país o a pueblos del interior provincial donde no hay servicios de redes de Internet. ¿Cuántos estudiantes tienen que ir a la vereda de la municipalidad de su pueblo para escuchar una clase o mandar su evaluación?
Hay jóvenes que viven en hogares donde se cuenta con un solo teléfono celular y lo usan, el padre o la madre que durante todo el día están fuera de casa hogar, mientras los hijos se ven imposibilitados de acceder durante el día a la herramienta a través de la cual recibirán las clases de sus docentes, las tareas que les encomiendan y luego tienen que transmitir las respuestas.
De la misma manera, hay hogares donde hay una sola computadora para compartir entre varios hermanos y los horarios se superponen.
En otros casos, existen alumnos o docentes que poseen un teléfono que ha quedado fuera del avance tecnológico y se ven imposibilitados de descargar aplicaciones que permitan agilizar los aparatos.
A los nativos digitales, les falta experticia en el manejo de computadoras, programas, y acceso a redes, lo que se convierte en un grave problema a la hora de comunicarse o entrar a una clase virtual.
Hay docentes, que por distintos factores no pudieron acceder, a las capacitaciones, que brindaron las instituciones. A la preparación de clases virtuales, se le agrega la corrección, en las plataformas o en los distintos elementos tecnológicos.
Se suma a esta problemática la incertidumbre de no saber la fecha de salida del aislamiento y el tampoco la forma en la que desembocará de la situación.
La salida de la pandemia no se vislumbra, al contrario, pareciera, retardarse. No se sabe si se pasará a un sistema mixto; presencialidad y virtualidad. Ni como se tomarán los exámenes: finales o parciales.
Tanto docentes como estudiantes navegan en vacilaciones, aunque de un lado y otro se abriguen esperanzas.