Fue en el marco de las actividades organizadas por la UNLaR, ante un nuevo aniversario del golpe militar. Como parte de la "Agenda 3M. Mujer, Memoria y Malvinas", se llevó a cabo la charla-debate sobre la Pastoral Social de Monseñor Enrique Angelelli. Participaron el rector Fabián Calderón, el obispo Marcelo Colombo y el secretario de Derechos Humanos, Délfor Brizuela.
Como parte de la serie de actividades organizadas en el marco de la “Agenda 3M. Mujer, Memoria y Malvinas”, en la Sala Héroes de Malvinas de la Casa de Altos Estudios, se desarrolló la charla-debate sobre la Pastoral Social de Monseñor Enrique Angelelli.
En primer lugar, Brizuela describió a la sociedad de La Rioja de los años 70 señalando que era “pacata y oscurantista”. Por entonces, calificaban a Angelelli como “un obispo que viene a meter a esta gente”. Lo describió como un obispo que “rompió moldes que fueron traumáticos”. Precisó que “el contexto histórico era una conmoción interna por eso apareció diario El Sol”.
El secretario de Derechos Humanos eligió retratar a Angelelli a través de acciones concretas que fue describiendo como “fotografías”. Así fue que a lo largo de su exposición habló de cuando Monseñor, el 30 de mayo de 1969, hizo una misa con jóvenes estudiantes secundarios en la catedral. En esa oportunidad, Angelelli dijo que “hay que aprender de los jóvenes”. En ese año, Brizuela recordó que se armó la primera revuelta en la plaza 25 de Mayo entre policías y jóvenes.
También, ‘Pocho’ recordó a Angelelli, en otra imagen clave, como la del 22 de diciembre de 1972 cuando detuvieron al padre Enrri Praolini, Carlos Illanes y el padre Gill y en una misa Angelelli dijo “faltan dos e interrumpió la misa y se fueron caminando hasta la policía federal”.
Así, a lo largo de su exposición, Brizuela relató experiencias que describieron a Angelelli cerca del pueblo y eligió terminar su charla con una experiencia en primera persona: “Yo tenía 16 años, guiaba las misas, cuando terminó la procesión, con los curas nos invitó a compartir el mate; estaba alegre y feliz, fue casi una despedida, tenía miedo, pero se la bancó”.
A su turno, el rector Fabián Calderón agradeció la presencia de la sobrina de Angelelli, Marilé Coseano, calificándola “como emblema de mujer de lucha”. Inmediatamente, precisó: “acompañamos y apoyamos la beatificación de Angelelli”.
Asimismo, Calderón sostuvo: “como universidad tenemos la responsabilidad de hacer visible esta realidad de los riojanos que fue ocultada y vedada, tenemos esa responsabilidad de descubrir esa verdad histórica”.
También recordó que Angelelli acompañó a los jóvenes en el año 1971, que luchaban para que La Rioja tenga universidad. “Angelelli estaba preocupado por muchos jóvenes que se iban de La Rioja, en la gesta de esta universidad está Angelelli”.
Para finalizar, el Rector precisó que “debemos repensar los discursos, la universidad pública tiene el compromiso con la verdad histórica”.
La última exposición estuvo a cargo del obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, quien dijo que no ha dejado de sorprenderle la vigencia del pensamiento. “Si estuviera acá Angelelli, estaría muy contento por la presencia de los estudiantes y los jóvenes de los centros de estudiantes”. “Monseñor trabajó en el campo de los obreros y los universitarios, no fue un improvisado el que vino a La Rioja, fue un hombre imbuido de mucho conocimiento”, agregó.
Colombo también destacó de Angelelli que “no hizo de la pastoral algo personal, sino con el dinamismo de la iglesia”. Señaló la vigencia de su pensamiento en temáticas sociales actuales y que a lo largo de 50 años aún no cambiaron, entre esas problemáticas -mencionó- las cuestiones de género, o el juego, a través de una crítica a los casinos: En el año 1971 calificó a los casinos como una verdadera lacra, hablaba de una problemática que hoy seguimos enfrentando como sociedad”, apuntó.
Para concluir, Colombo consideró que “es necesario otorgarle al recuerdo el dinamismo de la historia y para vivir hay que embarrarse”. En la actualidad, con el Papa Francisco “la iglesia va haciéndose de algunos procesos, no como la voz imperante, sino como una de las tantas voces en la sociedad”.